‘Mucho Más’ que cama y comida 365 días al año

12022338_514905542006354_8354624489041080695_oEse es el mensaje de la última campaña de ‘Jesús Abandonado’ en Murcia, «Mucho Más» con la que quiere mostrar que la ayuda que prestan va mucho más allá de las necesidades básicas, que son lo primero y urgente, por supuesto, pero que tras eso hay que continuar un proceso de integración porque «las personas que atendemos tenían trabajo y casa y lo han perdido todo», tal y como detalla en el último ‘Café Solidario’ en ‘Aquí y Ahora’, Ana Gutiérrez, responsable del área social. Además, la organización, que lleva más de 30 trabajando en la Región, tiene prevista la apertura de un Centro de Día, para ampliar aún más la atención y dar cobijo a los usuarios que van a pasar la noche a Jesús Abandonado, pero que quedan desamparados durante la jornada. Por último, cuenta el estreno de la organización en las redes sociales, para «ser más cercanos y accesibles a todos, y conocer las necesidades de la gente también a través de este medio».

Por supuesto, también indica cómo podemos ayudar, porque todos podemos hacer MUCHO MÁS.

Entrevista completa AQUÍ

Son aquellas pequeñas cosas

10537444_1054861877877248_3059260211503107693_n“Las grandes historias, siempre parten de un pequeño detalle”. Ésta podría ser la conclusión de la entrevista que tuve el placer de realizar el pasado 1 de Junio, junto a mi compañera Inma Mengual, al periodista murciano Carlos del Amor en la clausura de las I Jornadas de Periodismo y Nuevos Formatos de Comunicación que realiza la emisora romMurcia. Bueno, no sólo la conclusión de la charla que mantuvimos con él, sino el resumen de su filosofía de trabajo –y estoy segura que también de vida -, ya que todas sus piezas -de menos de 1’20 minutos- para los informativos de TVE tratan de hilvanar una historia a través de pequeñas peculiaridades que destacan a su mirada. Y es que es mucho más fácil explicar lo grande desde lo más pequeñito… Yo, soy capaz de entender cualquier cosa que él cuente –incluso una obra de ARCO –,si además lo hace con esa estupenda voz y la especial sensibilidad que le caracteriza.

Asegura que un periodista debe tener los ojos bien abiertos (las 24 horas) para no dejar pasar una buena historia, ya que se puede encontrar con ésta en cualquier momento y en cualquier lugar. Como aquella del anciano con el que coincidía en la cola de un cine y que relata en su primer libro ‘La vida a veces’; o el especial sonido de los besos en un aeropuerto; o todo lo que guardamos de nuestras vidas en un trastero. Y es que la vida son aquellas pequeñas cosas… que también cantaba Serrat.

Una amiga me comentaba esta semana que los grandes cambios en su vida han venido precedidos por un cambio tan insignificante, al menos a simple vista, como puede ser el de perfume. En total han sido 4 o 5 en su vida y siempre que ha sentido la necesidad de renovar su aroma ha sido el preludio a una transformación mayor. Un pequeño detalle, un aviso, que adelanta un cambio más trascendental.

Y es que nuestro día a día se compone de esas pequeñas cosas que nos hacen felices, nos emocionan, nos consuelan y nos fortalecen. En general, la vida no son grandes acontecimientos, sino momentos menudos. El valor de lo pequeño. Por ejemplo, mi madre reconocía hace unos días, cuando casi contamos ya tres meses sin él, que una de las cosas que más añoraba eran sus llamadas a primera hora de la mañana solo para preguntar qué tal le había ido la guardia (en la farmacia), si más. Simplemente ahora nadie la llama a las ocho de la mañana.

Y volviendo al trabajo de Carlos del Amor, como comenzaba mi artículo, recuerdo ahora uno de sus ‘mini-reportajes’ para el telediario en el que recogía algunos de los últimos deseos que las personas tenemos cuando nos queda poco de vida; nada de grandes aventuras, suelen ser pequeñas cosas: una última visita al museo, volver a ver a Rembrandt o despedirse de ‘La ronda de noche’, “porque cuando nos queda poco de vida, la cultura puede abrigar”, que dice textualmente. “La gente antes de decir adiós quiere cosas normales, porque muchas veces, casi siempre, son las cosas normales las que nos hacen felices”.