Domingos de Organización

IMG_5173En la medida de lo posible, en cuanto a organización se refiere intento llevar un calendario bastante europeo, haciendo coincidir el domingo con el primer día de la semana porque así cuando el lunes me enfrento a la incorporación a la rutina laboral ya he dejado una gran parte del trabajo hecha. No tengo que decir que con la cantidad de cosas que llevamos a delante en nuestro día a día a veces resulta prácticamente imposible llegar a todo, sin embargo una buena forma de acercarse al máximo a las previsiones y aspiraciones personales es a través de un buen sistema de organización en casa y en el trabajo.

La actividad en casa los domingos suele comenzar bastante temprano, pese a que es fin de semana y no tenemos que trabajar. En primer lugar, porque cuando uno se acostumbra a ciertos horarios su cuerpo funciona como un reloj. Además si uno quiere poner al día sus agendas y además dedicar parte de la jornada al ocio no le queda otro remedio.

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Puesta a punto personal. Una vez en pie, lo primero que hago es tomarme un zumo de limón escurrido, esto no tiene que ver con la organización, pero me sienta genial y es un consejo muy sano. Después, me dedico un tiempo a mí, cuando todo está aún en silencio. Encerrada en el cuarto de baño con música aprovecho para darme una ducha relajada y tranquila (algo que no es posible entre semana) incluyendo mascarilla capilar e hidratación corporal al salir del agua. Manicura, pedicura, peeling y mascarilla facial.

A por la casa. Llega el momento de afrontar todas las tareas domésticas que me harán mucho más fácil la semana. Quizás parezca una persona demasiado maniática, pero si mi entorno no está limpio y organizado no consigo concentrarme igual en las cosas ni rendir al cien por cien. El orden en casa influye bastante en mi trabajo y en mi estado de ánimo.

Los lunes suele venir una persona a ayudarme un poco con la limpieza más general de casa, con lo que a la espera de su visita, suelo poner a punto el resto de cosas para que todo esté listo:

  • Cambio de sábanas.
  • Lavadora y secadora de sábanas para dejarlas guardadas y no quitando espacio en el cesto de la ropa sucia.
  • Cambio de pijamas y zapatillas de estar en casa.
  • Lavadora y secadora de pijamas.
  • Lavadora de zapatillas.
  • Cambio de toallas.
  • Lavadora y secadora de toallas.
  • Lavadora de trapos de cocina.

Puede parecer muchísimo trabajo, pero cuando uno coge el ritmo es sólo cuestión de mecanizar ciertas tareas.

Organización semanal. Mientras desayuno una taza de café con tostada, suelo hacer un repaso por la lista de quehaceres en casa, habitación por habitación, para dejarlos detallados a la persona que el lunes se encargará de llevarlos a cabo. Además, suelo asignarme los días que dedicaré algo de tiempo a otras ocupación domésticas, como la plancha.

Importantísimo para mí, cada domingo, preparar el menú semanal (aquí explico como lo hago) que me ayudará a mantener una alimentación equilibrada, a no volverme loca cada día con el plato elegido y a elaborar de forma eficiente la lista de la compra. Así, tras analizar las ‘bajas’ y las necesidades para la semana que llega, comienzo a preparar la lista de la  compra (que realizaré el lunes a mediodía). 

Por último, con agenda en mano (este año he optado por una agenda Moleskine que me encanta y en la que puedo detallar día a día todas las tareas pendientes para evitar estar dándoles vueltas en mi cabeza) anoto todos los acontecimientos importantes de la semana y las tareas de las que ya tengo constancia. Además, me ayuda muchísimo a organizarme hacer uso de una herramienta que descubrí hace un tiempo y que recomiendo a todas aquellas personas que llevan a cabo diversas actividades o trabajos, un Monthly Simplanner o planificador mensual (el que yo uso en concreto es de la tienda Julieta Sin Romeo) y en que apunto fundamentalmente las cosas pendientes que tienen que ver con mi trabajo en la radio, en el periódico y con los post a publicar en el blog. Utilizando para cada área un color diferente, con lo que de un sólo vistazo puedo saber más o menos cuál será el volumen de trabajo de esa semana (y mes) y qué días dispongo de más tiempo libre para otros asuntos.

Y aunque parezca muchísimo, no creáis, aún me queda tiempo para comer fuera o en familia, salir de paseo o ir al cine y dedicar un ratito de lectura nocturna.

Después de esta puesta a punto, estoy lista para enfrentarme al ‘temido’ lunes.

Come (bien), vive, trabaja

la foto 1Con este nuevo post quiero comenzar una pequeña sección dentro de Café Con Moka en la que compartiré algunos de los trucos y consejos que aplico en mi día a día para organizarme; unos propios y otros que he aprendido de otras personas (muchos de ellos de mi fantástica madre que es una mujer diez).

Como os ocurre a muchas de vosotras (y vosotros) a veces me resulta casi misión imposible cumplir en el trabajo, en el hogar, en la vida familiar, conyugar y social, y no morir en el intento. Ese momento en el que llegas a casa, después de una complicada jornada laboral, y descubres que no sólo tienes que prepara algo de cena sino que al fondo del pasillo te espera la habitación del pánico con una montaña de plancha de tres o cuatro lavadoras acumuladas (lo que más odio de las tareas domésticas es la plancha, por eso siempre aparece en mis escritos como el mal absoluto). Ese mismo instante es cuando, tras aguantar problemas, presiones y estrés en el trabajo asegurándote a ti misma que eres una mujer fuerte y que puedes con todo, rompes a llorar.

No siempre es fácil lograr el éxito en todos los ámbitos de la vida, eso es algo que ya he aceptado, sin embargo, con el tiempo he descubierto que hay ciertas rutinas o hábitos que uno puede ir incorporando poco a poco y que hacen mucho más llevadera la ‘carga’ de una mujer trabajadora, pero, sobre todo, que ayudan a reducir el estrés y la ansiedad por querer llegar a todo y no conseguirlo.

la foto 3Entre mis proyectos de año nuevo incluía, como el resto de mortales, comer mejor para estar en mejor forma, pero esto a veces resulta complicado cuando dispones de tan sólo una hora u hora y media, en el mejor de los casos, para el ‘almuerzo’ (como dicen los británicos), y más aún cuando en cuanto a cocina se refiere te cuesta distinguir entre sofreír y rehogar. Pero no soy una mujer que se dé por vencida rápidamente así que me he hecho con varios ejemplares de literatura gastronómica: ‘La Cocina de la Familia Ferran Adria’, libro al que dedicaré un post porque me ha resultado muy útil, y ‘La Cocina de Isasaweis’. Sí, ya lo sé, yo también me sentí muy ‘maruja’ la primera vez; pero con el tiempo y los resultados creo que me ha merecido la pena.

Desde esta adquisición, hace aproximadamente cuatro o cinco semanas, dedico parte del fin de semana (una media hora) a sentarme con estos libros de cocina y un ‘weekly menu plan’ (Planificador semanal de menú), bajado de Internet, que voy rellenando ayudada e inspirada por las recetas que encuentro en estos libros y adaptando las comidas al ritmo de cada jornada, ya que en mi vida ningún día es igual que otro. Este truco que he copiado y adaptado de una famosa bloguera (balamoda) me resulta de mucha ayuda porque no tengo que hacerme periódicamente la odiosa pregunta: ¿Qué comemos hoy? Con este ‘planning’ con sólo echar un vistazo a la puerta del frigorífico, donde lo tengo colgado, ya sé que toca comer al día siguiente y lo que tengo que dejar preparado o necesito comprar en una visita rápida al súper de vuelta de la oficina.

P.D. También me resultan de gran ayuda los ‘tupperware’ que mi madre, también mujer trabajadora, me prepara durante la semana (sinceramente no sé cómo consigue hacerlo) y que recojo en mis visitas a Caravaca.

Fotos de este fin de semana en casa de mi madre preparando el plan semanal de comidas.