Edredoning Político

Captura de pantalla 2016-06-18 a las 16.45.27.pngHe de confesar que no estoy siguiendo demasiado esta campaña electoral, que pocos defienden y menos aún apoyan, porque de todo se cansa una; aunque otrora -y no descarto que así vuelva a ser- la comunicación política haya sido uno de mis principales intereses. Y es que hubiese sido más razonable, económico, saludable y hasta, probablemente, democrático que un pacto entre partidos hubiese acabado con este ‘desgobierno’. Pero no sufran que no faltaré a mis principios en este artículo hablando de política al uso y mucho menos un viernes de mediados de junio, que los calores en Murcia no perdonan. Pero me apetecía mucho reflexionar en voz alta sobre el nuevo modelo o formato de campaña al que desde hace unos años vamos derivando, en el que más que buscar un presidente de Gobierno parece que hacemos casting para compañero de piso.

Me habrán visto pocas veces pronunciarme sobre estas cuestiones, más allá del estilismo de nuestros gobernantes o aspirantes a, pero está vez sí que daré mi opinión, y es que estoy totalmente en contra de la política espectáculo que impera en muchos medios de comunicación. Hace unas semanas en el cara a cara entre Rivera e Iglesias, Jordi Évole hacía una reflexión a ambos candidatos apuntando que habíamos visto presidenciables llorar, besarse en la boca, dar vueltas de campana en un rally e incluso cantar y tocar la guitarra. Y se preguntaba qué era lo que no íbamos a ver en televisión. Yo sinceramente no apostaría mi mano a nada por temor a perderla ya que creo que una vez sobrepasados ciertos límites ‘the show must go on’.

En mi humilde opinión considero que en un ‘casting’ de presidentes es innecesario e irrelevante saber a qué hora y con qué frecuencia le gusta a Rivera practicar sexo e incluso conocer que obra entre las pertenencias de Pablo Iglesias un juego de dados eróticos, porque mis intereses hacia sus personas distan mucho de ser sexuales. Pero no por ser ellos, o porque me gusten más o menos las coletas, me ocurre lo mismo con el resto de candidatos. Aunque parece que no comparto intenciones con otras compañeras de profesión que no tienen pudor en confesar que se vuelven locas con el culito de Sánchez. No sé quién lo hace peor, si unos por proponer o los otros por aceptar. Quiero unos candidatos formados, informados, preparados, cercanos, sinceros y honestos, entre otras cualidades, dejando claro que la cercanía está muy lejos de estas confidencias de programa del corazón. Políticos que demuestren solvencia para hacer de España un país mejor, que para las cañas y las juergas ya tengo yo a mis amigos. No sé cuál fue el origen de esto ni por supuesto dónde vamos a llegar pero creo que cierta intimidad familiar y personal da un aire de respeto a los candidatos. Creo que esto es algo que iba haciendo bastante bien Rajoy hasta que soltó un cachete a su hijo en un programa de radio deportivo. Habrá que esperar a lo que nos queda por ver.

Es evidente que la sociedad quiere espectáculo, pero creo que para eso están los realitis que mandan a Mila Ximénez, Yurena –o Tamara como siempre la conoceremos -e Isabelita Pantoja a pasar penurias a una isla. Y sino, para las próximas elecciones, en vez de mítines, encuentros o pegadas de carteles los mandamos a un Gran Hermano Moncloa a ver como hacen ‘edredoning’.

El año que se ha ido…

Diciembre 2014

Despedíamos el mes de Diciembre del año pasado con la celebración del primer cumpleaños del pequeño Raúl, todo un acontecimiento que dejó momentos muy emotivos e incluso alguna que otra lágrima entre los más ‘flojos’ de la familia.

También disfrutamos de una Navidad muy especial. Quién hubiera dicho que sería la última así…

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¡Te extrañamos Papá! Este año no ha sido lo mismo sin ti.

 

Enero 2015

Para comenzar el año nos inventamos una pequeña escapada a Madrid para disfrutar del increíble ambiente navideño de la ciudad en esos días y aprovechar para hacer las últimas compras de Reyes. ¡Qué días tan estupendos!

Y a la vuelta, la sensación del momento (adquirida en la capital los días previos), el famoso palo selfie dejaba ratitos divertidos en el trabajo.

 

Febrero 2015

Éste es un mes propicio, al menos en mi caso, para dedicar un tiempo a la reflexión y la organización de los planes y proyectos de futuro (para el resto del año), tanto personales como profesionales. Con lo que deja muchos días de trabajo, listas y momentos de evasión para pensar en lo que uno quiere conseguir y cómo hacerlo.

Por supuesto, también comienzan las rutinas y los esfuerzos para alcanzar los propósitos de año nuevo. En mi lista del año pasado se incluía, entre otras cosas, aprender a cocinar para conseguir un menú semanal rico, variado y saludable.

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Además, Febrero dejó preciosas estampas invernales en mi pueblo con excursión incluida para disfrutarlas.

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Marzo 2015 

Marzo se llevó lo que más quería… de forma repentina y traicionera, sin avisar. Y ya, nada más importó.

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Abril 2015

Abril trajo momentos para asimilar.

Y también retos y aventuras profesionales muy interesantes que conseguían distraer la mente por momentos.

Celebramos la primera de las tres jornadas de Comunicación Digital organizadas por romMurcia Radio con la presencia del entonces CM de @policia Carlos Fernández.

Y hasta ‘casamos’ un amigo (Sergio y María Ángeles) en un día de viento.

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Mayo 2015

Lo profesional, no dejó casi tiempo a lo personal. Al habitual trabajo diario se le sumó el cambio de instalaciones de la emisora, las elecciones municipales y autonómicas y el segundo encuentro de las Jornadas de Comunicación Digital, en el que conocí en persona, tras varios años de admiración y meses de teléfono, al periodista y jefe de la sección musical de El País Fernando Navarro con el que aprendí de su amor y respeto al periodismo.

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Aunque el trabajo era el protagonista, a estas alturas de año y teniendo el cuenta el clima del que disfrutábamos ya en Murcia, era inevitable tener la cabeza puesta en las vacaciones de verano.

 

Junio 2015 

El primer día de junio, resultó increíble porque ‘La vida a veces’ te sorprende con nuevas personas y encuentros.

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Entrevistando al periodista cultural Carlos del Amor en las jornadas de Comunicación Digital de romMurcia.

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El buen tiempo, dejó breves escapadas de fin de semana con la cabeza en las propuestas para el mes de agosto… ¿Italia? ¿Francia? ¿Inglaterra? ¿Portugal?

Y despedimos la temporada de Murcia Más Cerca.

 

Julio 2015

Toca resguardarse del calor en el pueblo…

Y despedirse del trabajo por un tiempo.

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Agosto 2015

¡NOS VAMOS DE VACACIONES!

 

Septiembre 2015

Cumpliendo años y nuevas temporadas…

 

Octubre 2015 

Familia aquí y allí (en el pueblo y en Murcia)…

y mucho mucho trabajo, pues los comienzos (de temporada) siempre son difíciles.

Aunque poco, también hubo tiempo para el descanso…

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Noviembre 2015 

Obligación y devoción. Compartiendo el tiempo…

 

Diciembre 2015

Despidiendo un año difícil, pero al fin y al cabo mi año.

Y, sobre todo, esperando las sorpresas del 2016.

Todo lo que os debo

Hoy, pensando en toda la buena gente que tengo a mi lado, me acordaba de este artículo que escribí ya hace un tiempo para el periódico La Opinión de Murcia (29 Marzo 2014) y que comparto ahora con vosotros. Cuando todos estamos preocupados por si llegamos o no a fin de mes, yo hago un balance de mis ‘posesiones’. 

256954_10151096402693914_1801958299_oMe he propuesto demostrar que en una España de endeudados, porque quién no tiene una astronómica hipoteca que pagar hasta el fin de sus días, deber no siempre tiene un significado negativo. Así, con papel y lápiz en la mano me dispongo a hacer balance de mi columna de ‘haberes’ y ‘deberes’. 

253170_10151133246513914_479848498_nCon quienes primero contraemos una deuda es evidentemente con nuestros progenitores, y si empezamos diciendo que ellos les debemos la vida, parece lógico que el resto de ‘compromisos’ carezcan de importancia; sin embargo, hoy seré lo más detallada posible en mi inventario. 

A mi padre le debo mis ojos, mi optimismo ante la vida, mi afición a la cerveza, mi buen gusto musical, mi primera película en el cine y algún concierto de Raphael. A mi madre, un modelo y referente de mujer, hija, esposa, madre y trabajadora incansable, mi sentido de la responsabilidad mi carácter, mi pelo fino y algunas fotos para destruir con un look de hombreras y diademas enormes. A mi única hermana, una compañera de juegos, aventuras y desventuras de por vida, mi mejor amiga y confidente, algún que otro castigo y azote compartido y mi afición a los blogs de moda, al maquillaje y a comprar por Internet. A algunos maestros y profesores les debo parte de mi ‘saber’ acumulado, mi interés por el arte y la literatura, mi afición a leer y escribir y haber corregido mi enorme letra y espantosa ortografía. A mis compañeros de clase, alguna que otra respuesta copiada en un examen.

8908_10151645223878914_694710504_nA mi primer noviete de verano le debo las mágicas noches estivales, alguna bronca paterna y mi, afortunadamente, único contacto con la música bacalao, que se decía entonces. A mi primer amor de instituto, mi primer festival de rock, mi primera carta de amor, el primer te quiero, los primeros besos con mariposas y mis primeras lágrimas de desamor. A Magín le debo uno de mis libros favoritos, ‘El Lobo Estepario’. A mi amigo Paco, el descubrir que hay personas que te entienden con una mirada, y junto a Jaime, Harry y Carlitos, uno de los festivales más divertidos de mi vida. A Natalia le debo muchos momentos de nervios compartidos, estupendas tardes de miércoles en la radio, mis uñas cuidadas y aprender que “el chocolate, un minuto en la boca y diez años en las cartucheras”. A Carmen mis ‘cafés-terapia’ cada mañana y entender que “el peinado es importante”.

A las personas que han convivido conmigo les debo haber aprendido a ser mejor persona, menos egoísta y a entender que una pareja siempre son dos y que hay que compartir tanto los buenos como los malos momentos. A Yayo le debo mi primera prueba radiofónica, y a José Augusto mi oportunidad en la radio, mi amor por ésta, mi mejora constante y mi empeño diario, y otras muchas cosas más que no procede desvelar aquí.

575431_10150794701823914_1351830491_nA Madrid le debo el retiro, el Prado y cinco años inolvidables de mi vida. A Jaén, mi primer trabajo en una redacción, y a Granada, el haber descubierto una de las ciudades más bonitas y acogedoras. A Cartagena le debo mi formación como periodista en la práctica, un grupo de amigos que me hicieron sentir como en casa y mi viaje a Sicilia, además de la Mar de Músicas. A Facebook, mi reencuentro con Rebeca; a Queen, una de mis canciones favoritas; a Tornatore, Cinema Paradiso; a los Rolling Stontes, Satisfaction para cantar en los karaokes; al cine, muchas lágrimas, risas y momentos de evasión; a los italianos, los macarrones con tomate; a los franceses, el chardonnay y el champagne…

Y así podría seguir otras setecientas palabras más, pero en resumen, me deuda es tal que jamás podré pagarla, así que sólo puedo decir: “Gracias a la vida, que me ha dado tanto”.

Periodistas

BDVOO1wCAAEOJ6tNo han sido los primeros y, desgraciadamente, tampoco serán los últimos pero cada vez que ocurre es inevitable sentir un repizco en el corazón. El ejercicio del periodismo, tal y como muchos lo vivimos, es cautivador y fascinante. Tanto es así que incluso te olvidas del tiempo, el dinero, los festivos y las fiestas de guardar. Un periodista lo es 24 horas al día, incluso aunque esté cabreado con la profesión y reniegue de la misma. Cosa que en los últimos tiempos no es muy complicado que ocurra. Entre nosotros el que más y el que menos puede contar batallas de difíciles y desagradables entuertos, pues este oficio tiene esas pequeñas dosis de ‘aventura’ que lo definen y a las que somos completamente adictos. Sin embargo, hay a quienes les va la vida en ello, literalmente. Este año son ya 36 los periodistas asesinados, 71 en 2014, y más de 150 encarcelados en diferentes países de todo el mundo, tal y como se recoger en el informe de Reporteros Sin Fronteras.

Hace unos días, siguiendo mi costumbre de revisar la actualidad a través de las redes sociales nada más despegar el primer ojo y aún en la cama, despertaba con la fatal noticia de la desaparición de tres compañeros españoles (da igual de donde hubieran sido, pero es verdad que el principio de proximidad que se estudia en Periodismo es una realidad) en Siria, uno de los países más arriesgados para ejercer la profesión con un total de 27 secuestros a profesionales de los medios el año pasado. Y como digo, fue inevitable sentir, por unos segundos, el desconsuelo y la aflicción que las familias de los tres jóvenes vienen soportando a lo largo de estos días de falta de información y/o comunicación con ellos.

Nunca como en estos momentos la información es tan preciada y necesaria, y es que soy de las que piensa que la ausencia de información, o incertidumbre, es siempre peor que la ‘mala información’ (en el sentido de malas noticias) porque el corazón, el alma humana, no esta preparada para no saber. Fue este convencimiento el que me empujó, casi en el último momento a decidirme por esta carrera: mi acuciante necesidad de saber y mi falta de resignación ante la incertidumbre. Quizás son motivos demasiado personales, que van más lejos de la formación profesional, pero como ya he dicho, el del periodista no es simplemente un oficio.

Días antes de marcharme a Madrid para estudiar Periodismo en la Universidad Complutense rellenaba una preinscripción para la UM solicitando, por este orden, las titulaciones de Filología Inglesa, Psicología y Trabajo Social, sin embargo la nota ‘me dio’ y así comenzó mi peripecia de cinco años en la capital. Al principio, todo es nuevo e interesante, pero mi experiencia personal con esta licenciatura fue más de odio que de amor. Poco había del espíritu aventurero que yo buscaba en las tediosas asignaturas troncales y obligatorias que componían el programa docente –con lo que busqué la aventura fuera de la facultad -. Muchas fueron las ocasiones en las que pensé abandonar, incluso adivinaba que podría haber sido feliz ejerciendo cualquier otra profesión y hasta sentirme realizada ya que aunque no soy una mente excepcional, sí que soy de esas personas que tienen cierta habilidad para hacerlo casi todo de forma aceptable. Sin embargo, mi familia no podía permitirse un nuevo comienzo universitario, algo de lo que siempre fui muy consciente.

Con el tiempo, acabas de estudiar y comienza la verdadera aventura: Ejercer. En tres meses que estuve de becaria en Jaén, en pleno verano y con alergia al olivo, aprendí mucho más que en mi periplo de cinco años por la Facultad de Ciencias de la Información. Y de ahí, un trabajo tras otro, unos con mejor fortuna que otros y entre los que nunca podré olvidar mi paso por El Faro… ¡Eso sí que fue un máster! Pero siempre puse mucha pasión.

Por eso, cuando escucho a compañeros y profesionales cuestionar el trabajo de, por ejemplo, estos tres periodistas que ahora mismo viven un presente incierto (por todo aquello que no sabemos), por lo arriesgado y temerario de su misión no puedo más que compadecerme porque son ellos los que viven condenados a ejercer un oficio que no sienten, están faltos de amor. Yo, a ellos (a los tres periodistas -para los que deseo, de verdad y con todas mis fuerzas, el mejor final – y otros profesionales que se encuentran en destinos o circunstancias similares) les envidio profundamente por atreverse a dar rienda suelta a esta pasión.

Publicado en el Diario La Opinión el 24 de Julio 2015

Son aquellas pequeñas cosas

10537444_1054861877877248_3059260211503107693_n“Las grandes historias, siempre parten de un pequeño detalle”. Ésta podría ser la conclusión de la entrevista que tuve el placer de realizar el pasado 1 de Junio, junto a mi compañera Inma Mengual, al periodista murciano Carlos del Amor en la clausura de las I Jornadas de Periodismo y Nuevos Formatos de Comunicación que realiza la emisora romMurcia. Bueno, no sólo la conclusión de la charla que mantuvimos con él, sino el resumen de su filosofía de trabajo –y estoy segura que también de vida -, ya que todas sus piezas -de menos de 1’20 minutos- para los informativos de TVE tratan de hilvanar una historia a través de pequeñas peculiaridades que destacan a su mirada. Y es que es mucho más fácil explicar lo grande desde lo más pequeñito… Yo, soy capaz de entender cualquier cosa que él cuente –incluso una obra de ARCO –,si además lo hace con esa estupenda voz y la especial sensibilidad que le caracteriza.

Asegura que un periodista debe tener los ojos bien abiertos (las 24 horas) para no dejar pasar una buena historia, ya que se puede encontrar con ésta en cualquier momento y en cualquier lugar. Como aquella del anciano con el que coincidía en la cola de un cine y que relata en su primer libro ‘La vida a veces’; o el especial sonido de los besos en un aeropuerto; o todo lo que guardamos de nuestras vidas en un trastero. Y es que la vida son aquellas pequeñas cosas… que también cantaba Serrat.

Una amiga me comentaba esta semana que los grandes cambios en su vida han venido precedidos por un cambio tan insignificante, al menos a simple vista, como puede ser el de perfume. En total han sido 4 o 5 en su vida y siempre que ha sentido la necesidad de renovar su aroma ha sido el preludio a una transformación mayor. Un pequeño detalle, un aviso, que adelanta un cambio más trascendental.

Y es que nuestro día a día se compone de esas pequeñas cosas que nos hacen felices, nos emocionan, nos consuelan y nos fortalecen. En general, la vida no son grandes acontecimientos, sino momentos menudos. El valor de lo pequeño. Por ejemplo, mi madre reconocía hace unos días, cuando casi contamos ya tres meses sin él, que una de las cosas que más añoraba eran sus llamadas a primera hora de la mañana solo para preguntar qué tal le había ido la guardia (en la farmacia), si más. Simplemente ahora nadie la llama a las ocho de la mañana.

Y volviendo al trabajo de Carlos del Amor, como comenzaba mi artículo, recuerdo ahora uno de sus ‘mini-reportajes’ para el telediario en el que recogía algunos de los últimos deseos que las personas tenemos cuando nos queda poco de vida; nada de grandes aventuras, suelen ser pequeñas cosas: una última visita al museo, volver a ver a Rembrandt o despedirse de ‘La ronda de noche’, “porque cuando nos queda poco de vida, la cultura puede abrigar”, que dice textualmente. “La gente antes de decir adiós quiere cosas normales, porque muchas veces, casi siempre, son las cosas normales las que nos hacen felices”.