Vacaciones 2017: Cádiz, Sevilla y Madrid

Hace tiempo que no pasaba por aquí, pero necesitaba unas vacaciones casi de todo. El año resultó ser muy completo y por lo tanto, pese a mi gran satisfacción con todos los logros alcanzados y las situaciones resueltas, también agotador. Incluso para mí, que no sé parar quieta ni un minuto. Sin embargo, llega septiembre y es hora de volver a las rutinas, al trabajo y también era hora de pasar por aquí de nuevo. Se me ocurre que la mejor forma de hacerlo y la menos dura para mi persona, es contar un poquito sobre mis días de vacaciones y descanso. Escribir sobre mis viajes es para mí como viajar otra vez. Volver a disfrutar de esos días, esos paisajes, esos olores y sabores… de todas las buenas sensaciones que conllevan la despreocupación y la vida relajada sin horarios.

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Comencé agosto trabajando, pues había que dejar algunas cosas cerradas antes de marchar. Sin embargo, es un mes tranquilo en la ‘oficina’ y resulta muy productivo cada minuto que se dedica en el despacho. Así, el viernes 4 de agosto, después de una mañana de trabajo, partíamos a Caravaca para comer con la familia y despedirnos hasta el regreso. De ahí, poníamos rumbo a Sevilla, parada de dos días antes de llegar a Cádiz, nuestro destino. Reconozco que no conocía la ciudad y que, pese al calor de esas fecha, las temperaturas fueron bastante llevaderas y la disfruté muchísimo.

El primer día, llegamos prácticamente a la cena, para lo que elegimos uno de los sitios de tapas más típicos en la ciudad: Bodega Santa Cruz – Las Columnas, muy cerquita de la catedral. Bulliciosa bodega de barrio con barra de madera y simpáticos camareros. No teníamos mucha hambre pero sí mucha sed y la cerveza la sirven bien fresquita, como a mí me gusta. Después aprovechamos la noche para pasear por el centro histórico y decidimos ir hasta Triana, lugar donde teníamos el hotel, caminando por la orilla del río y así bajar un poquito la cena. Por la mañana, tras el desayuno maratón de compras por las calles peatonales del centro y visita a la catedral y los sitios más emblemáticos del centro. Comida por allí en una taberna y siesta en el hotel, dedicando las horas de más calor a descansar. Por la tarde, fuimos paseando hasta Plaza de España y pasamos allí prácticamente el resto de la jornada hasta la hora de cenar, que decidimos repetir en ‘Las Columnas’ y después disfrutar de, posiblemente, las mejores vistas de la ciudad de Sevilla y de la Catedral en la terraza ‘Pura Vida’, del Hotel Fontecurz, con un mojito en la mano y un concierto del solista sevillano ‘Carrasquilla’ que nos encantó y nos endulzó la velada con muchísimo arte (Os dejo algo suyo por aquí).

El domingo por la mañana, road to Jerez, donde teníamos el hotel que sería centro de operaciones para nuestras escapadas por Cádiz. Elegimos un hotel pequeño, de 30 habitaciones, y con muchísimo encanto en el centro del Jerez histórico: Asta Regia Jeréz y resultó ser un completo acierto, por el precioso lugar y por la fantástica gente que nos atendió esos días. La habitación era casi un pequeño apartamento con despacho, vestidor y un baño con bañera y ducha. ¡Nos encantó! Para comer, atendimos a las recomendaciones de Ana, una de las responsables del hotel que ayudaron a que nuestro viaje saliera redondo, y fuimos a: Las Banderillas, un tabanco, así llaman allí a los establecimientos que mezclaban el concepto de vida social de la taberna y la vocación comercial del despacho de vinos. Increíble relación calidad-precio. Por la tarde, nos acercamos a Sanlucar a ver la puesta de sol y a cenar a la Taberna ‘Casa Balbino’, una de las más típicas en la zona para comer los famosos langostinos. Además, el paseo por el pueblo es muy agradable.

El segundo día, visitamos Cádiz. Ya la conocía pero no deja de encantarme caminar por sus calles, por el Barrio de la Viña, por la zona de la Catedral y, por supuesto, por la playa de La Caleta. Comimos en ‘El Faro’, visita obligada si se está en la ciudad y tomamos el postre en un antiguo café del siglo XX restaurado en el que comer, escuchar música o degustar sus ricos dulces. Después, puesta de sol en La Caleta.

El tercer día en Cádiz, pasamos la mañana en Conil, visitando el bonito pueblo y haciendo algunas compras y comimos en ‘Los Hermanos’. ¡No puede haber local más típico! Después, tarde de playa en Caños de Meca y algún gin tonic en ‘La Jaima’.

El cuarto día, visitamos Tarifa y después de comer descansamos en la playa de Bolonia hasta la puesta de sol. De vuelta en Jerez, ducha y nuevo ‘outfit’ para salir a cenar por allí y despedirnos de la ciudad. Recomendación absoluta: ‘Albores’. Un fin de fiesta por todo lo alto.

Esta fue la primera escapada del verano, ya que después de volver al trabajo cuatro o cinco días, continuamos con las vacaciones con un viaje a Madrid con toda la familia. Todos los años dedicamos unos días a pasarlos juntos. Para ello reservamos un bonito y céntrico apartamento en la capital, cuando se viaja con niños esta opción siempre resulta más cómoda y práctica. Además, en este caso ellos mandan, así que, aunque tuvimos tiempo para una noche fantástica de risas tomando un bocadillo de calamares en la Plaza Mayor, una mañana de compras en Fuencarral, una visita al restaurante ‘Serafina’ y otro par de noches de vino y tapas en el apartamento, las actividades intentamos centrarlas en ellos: Museo de la Ciencia, parque del Retiro, jardines de Sabatini, teatro de títeres… y algunas otras actividades más.

En resumen, han sido unas vacaciones sin viajes de largo trayecto, pero disfrutando de estupendos momentos. Como dice un amigo, hay que estar feliz con uno mismo y serás feliz en cualquier parte.

 

Los 10 ‘must’ de un verano ideal

A unas horas de coger las vacaciones, sentada en el sofá y pensando en todo lo que aún me queda por hacer para dejar la casa ordenada y preparadas las maletas para unos días de desconexión en familia, pienso en lo mucho que todos esperamos la llegada de este momento durante el año. Nos pasamos el curso soñando despiertos con lo que haremos estos días de descanso, lo que visitaremos y las muchas cosas pendientes que hemos dejado para la ocasión. Exóticos viajes, listas de libros por leer, proyectos incompletos, citas aplazadas una y otra vez que por fin tendrán fecha y hora… Sin embargo, muchas veces éstas no se plantean como uno imaginaba y toca renunciar, por unas cosas u otras, a las idílicas vacaciones que imaginábamos y disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, que al fin y al cabo son las que de verdad nos hacen felices. Y es que si hacemos una lista de los 10 ‘must’ del verano ideal nos daremos cuenta de que disfrutamos más de lo sencillo.

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Ahí va mi decálogo de imprescindibles para unas vacaciones idílicas:

  1. Visitar algún lugar que no conozca. No es necesario viajar a África en un safari ni recorrer las islas griegas en un crucero para sorprenderse, basta con regocijarse del placer que supone descubrir un rincón nuevo.
  1. Días de sol y playa. Por suerte en Murcia no estamos obligados a hacer muchos kilómetros para cumplir con este ritual y además aún gozamos de pequeños espacios casi vírgenes para el baño donde disfrutar de lo salvaje.
  1. Cena de espetos con los pies en la arena. La gastronomía es otro factor que suma en nuestra cuenta de haberes en verano, y sino que se lo digan a la báscula en septiembre… Estoy ya no mola tanto.
  1. Una terraza para desayunar temprano leyendo la prensa. Madrugar porque uno quiere, sin estar obligado, y después de un paseo reponer fuerzas al aire libre disfrutando del café, la lectura, la soledad y el silencio.
  1. Una cerveza antes de cenar. Ese trago frío mientras que compartes confidencias y charla a la par que preparas la mesa y últimas los platos. Precisamente en ese momento, es cuando mejor sabe… y eso que está buena siempre. Además en verano, sienta mejor que nunca.
  1. Fiesta ibicenca con amigos. Para la que revuelves todo tu armario buscando tu look más hippie y en la que no puede faltar la sangría. Además como recomendación, mejor celebrarlas a mitad de verano, cuando ya todos tenemos un poquito de color y no nos sentimos ridículos al vestir de blanco nuclear.
  1. Una heladería cerca para el granizado de café con leche. Porque si está lejos a ver quién es el guapo que sale a las cuatro de la tarde con 40º a la sombra.
  1. Que te den las dos o las tres de la mañana al fresco, como se dice aquí, haciendo nada especial.
  1. No madrugar. Si uno trasnocha, esto se agradece. El placer de despertarse temprano con los rayos de sol y levantarse a bajar la persiana para volverse a la cama a retozar.
  1. Vivir sin reloj. Sin medir el tiempo.

Y a ti, pregúntatelo, ¿qué te hace feliz en verano?

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Nosotros, de momento, tenemos aquí seis días por delante para descansar y disfrutar de la familia, el relax y la naturaleza.

Planes de fin de semana

Me encantan los fines de semana. ¿Y a quién no? Y eso que también disfruto de los días laborables, o lo intento, ya que por lo general me gusta mi trabajo; salvo cuando el estrés y el agobio superan a mi amor por el periodismo. Y es que si la semana ha sido dura, los últimos días llegas agonizando al sábado esperando encontrar algunas horas libres, entre adelanto de tareas y quehaceres domésticos, para disfrutar de hacer lo que a uno le gusta o, simplemente, de no hacer nada. El plan de sofá y manta se está convirtiendo en uno de mis favoritos para el weekend. Si por el contrario alcanzas el viernes con un nivel aceptable de trabajo, soy fan total de regocijarse y relamerse en ese relajo y adelantar el fin de semana unas horas saliendo a comer después de la jornada laboral con un improvisado tapeo y dejando que la tarde derive en lo que se presente: cine, compras o paseo por la ciudad. Eso sí, la vuelta a casa pronto porque por light que haya sido la semana el cuerpo necesita descanso, bien con una cena rápida antes de la recogida o, si no apetece, algo ligero ya en la propia cocina.IMG_8012

Si para casi todo, como creo que ya he comentado en alguna ocasión, suelo ser bastante metódica; en mis planes de fin de semana me gusta que la improvisación reine, muchas veces porque la falta de tiempo me impide preparar y organizar algo o, sencillamente, porque me gustan las sorpresas. Que al levantarnos el mismo viernes a las siete de la mañana, con la legaña aún en el ojo, te propongan… ¿Cogemos las maletas después de comer y nos ‘piramos’ a Madrid? Eso sí que no tiene precio. Consigue que el día tenga un sabor especial. Escapadas que no tienen un destino exótico, pero el simple hecho de salir de la rutina, visitar sitios nuevos, salir de casa, ir a un hotel y que “te lo hagan todo” –como suelen decir –, desayunos a las once de la mañana, tapas y cañas al sol y largos paseos por el lugar, sin preocupación de horarios… ¡Eso es vida! Uno de nuestros viajes más recurrentes suele ser a Madrid, es una ciudad de la que nunca me canso, pese a haber vivido cinco años allí mientras estudiaba la carrera, siempre hay algo interesante que hacer en la capital.

Al salir después de mediodía no solemos llegar antes de las ocho de la tarde, con lo que ponemos rumbo directo al hotel, siempre elegido por el centro para poder disfrutar de la ciudad a pie; eso sí tras ubicar el vehículo en el aparcamiento, donde permanecerá todo el fin de semana. Una vez en el mismo, y después de colocar mínimamente las maletas, ducha rápida y acondicionamiento básico para disfrutar de la noche madrileña. ¡Me encanta! En nuestro caso, somos más aficionados a las rutas por diferentes establecimientos probando tapa y vino por restaurante, que a las copiosas y largas cenas de mesa y mantel, no sólo por mantener la línea, sino porque es más divertido y te deja curiosear en diferentes sitios. En nuestra última visita descubrimos un bonito local en la zona de Sol que se llamaba ‘Serafina’ en el que disfrutamos de buen ambiente, comida, bebida y conversación. ¡Lo recomiendo! Además, así ‘a lo tonto, tonto’ llegas medio borracho al hotel después de conocer media docena de bares, y coges la cama con un gusto 😉

El sábado por la mañana, tras levantarse, sin prisa, y desayunar convenientemente al sol de alguna plaza madrileña, si el tiempo lo permite, dedicamos un ratito a las compras. Comida en alguno de sus barrios más castizos, solemos decantarnos por el de las letras, donde también aprovechamos para un buen café y visita, casi siempre obligada, al Prado. Por la noche, intentamos reservar entradas en algún espectáculo que tenga buena pinta y cena rápida en El Espacio Gourmet de El Corte Inglés de Callao. Me gustan las vistas nocturnas desde allí. Ya en el hotel de vuelta, me reservo los planes…

El domingo dedicamos la mañana a largos paseos por el Retiro y a una hora prudente toca retirada, con comida haciendo parada de vuelta y así estamos en Murcia a tiempo de disfrutar un ratito del hogar.

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¿Os hace este fin de semana? ¡Que la fuerza os acompañe!