En el universo de las relaciones de pareja, no creo que nadie tenga la verdad absoluta sobre nada, es más, dudo que alguien tenga la verdad absoluta sobre algo. Así de escéptica soy en estos asuntos, porque si algo he aprendido en estos años, que nos son muchos (30), es que no sólo cada pareja es un mundo, sino que tú eres un mundo distinto con cada pareja.
Con esta aclaración por delante, puesto que no quiero erigirme en gurú del amor de ningún tipo, haré una pequeña reflexión sobre uno de los aspectos que más llama mi atención sobre la ‘vida en pareja’ – después de largas conversaciones con amigas, familiares y propias experiencias-.
Es curioso como en muchas ocasiones ocurre que cuando alguien se convierte en compañero, de esos que ves todos los días al acostarte y al despertar, deja de resultar tan gracioso como antes, tan ingenioso, tan divertido, tan interesante e incluso tan atractivo.
Todo empieza cuando el ruidito que hace con la cucharilla de café deja de parecerte un armónico tintineo y se convierte en un ruido infernal, cuando sus pecas de la nariz se convierten en enormes manchas en su rostro o cuando esa forma tan maravillosa de frotarse los pies mientras ‘coge el sueño’ es poco menos que una agresión física a tu persona. ¿Os suena verdad?
En un principio comienzas a ‘coger manía’ a algunos de sus rasgos característicos, la siguiente fase es la de comparación con ‘lo que era’ y por último pasas a establecer estas comparativas con otras personas, y es ahí amigo mío donde uno esta perdido, porque su pareja habitualmente acaba ‘perdiendo’, no en vano dicen que las comparaciones son odiosas.
Pues bien, no creo que en la mayoría de casos éste deje de ser todas esas cosa, es sólo que el ojo humano lo percibe de forma distinta al entender como un ‘inmutable’ y presumiendo que estará ahí de por vida dejamos de preocuparnos por mantener a esa persona a nuestro lado, con lo que restamos importancia sus necesidades, cualidad y hasta capacidades. Sus maravillas y encantos se hacen menos visibles y otras compañías nos resultan más gratas y entretenidas en según que circunstancias. Pero la pregunta real es ¿lo son? Sinceramente dudo que esas otras mantuviesen nuestro interés por mucho tiempo.
A este respecto hay un diálogo, sobre braguitas viejas de algodón o lencería fina, en la película ‘Alta Fidelidad’ –reconozco que el libro está aun en mi lista de pendientes, que aumenta cada día- protagonizada por John Cusack y que recomiendo a todo el mundo, que a mi me resulta muy esclarecedor sobre este asunto. Os dejo el enlace:
http://www.youtube.com/watch?v=GoPIgcBHaKA#aid=P-vTlWFgVsM
Y es que un compañero de viaje es mucho más que unas braguitas de encaje o ropa interior con la muñeca de ‘Hello Kity’, que por cierto tan de moda está últimamente en estas prendas íntimas, no me preguntéis por qué.
Las personas, por lo general y en los mejores casos, hacemos ruido al comer, al dormir, usamos ropa interior desgastada y algunos hasta nos mordemos las uñas, aunque yo tengo que confesar que lo estoy dejando.
Publicado el 8 de Marzo de 2014 en Diario La Opinión