El lobby de las madres que molan

IMG_0037Aún recuerdo cuando lo que de verdad molaba era parecerse a Carrie Bradshaw. Para quien no lo sepa, el personaje principal de la serie de la HBO ‘Sexo en Nueva York’ interpretado por la actriz Sarah Jessica Parker y que marcó a toda una generación de mujeres en su forma de entender las relaciones de pareja. Una escritora de éxito, independiente, atractiva (aunque incomprensiblemente me consta que hay muchos hombres que no piensan así), soltera pero bien relacionada entre la sociedad neoyorquina y adicta a los ‘Cosmopolitans’ y a la moda, que podía destinar el presupuesto de una hipoteca media española a ‘Manolos’ – los zapatos Manolo Blanik salen a razón de mil euros el par, los más económicos -. Una mujer que imponía un nuevo patrón de conducta femenino superando muchos tabús, fundamentalmente sexuales: “Estar soltera solía significar que nadie te quería. Ahora significa que eres guapa, sexy y te tomas tu tiempo para decidir cómo quieres que sea tu vida y junto a quién quieres pasarla” –en sus propias palabras-.

11741681_10205900676648529_894753922_nSin embargo, ahora se lleva algo distinto, que no opuesto. No me entiendan mal. Siempre se ha dicho que las modas son cíclicas y que tras los pitillo vuelven los pantalones de campana, o viceversa. Pero claro, es mucho más fácil deshacerse de varios pares de vaqueros y leggins y renovar el armario, que de todos los principios morales, éticos y sociales que componen una vida.

Y es que lo que mola ahora son las madres. Pero no unas madres como lo fueron la tuya o la mía, madres que además de jóvenes, guapas, profesionales y con cuantos más retoños mejor, mantienen un blog a través del que comparten sus experiencias sobre la lactancia, las bandoleras portabebés o los alimentos prohibidos durante el embarazo. Madres que, como la gran mayoría, se ven obligadas a conciliar la vida familiar con la laboral y que llevan esta reivindicación por bandera. Derecho que, por otro lado, apoyaré siempre, porque imagínense… si a mi me cuesta conciliar un trabajo con otro, no quiero imagina teniendo prole.

Son las madres que molan, un lobby que copa las redes sociales, publica libros y que se rifan las grandes marcas como ‘influencers’. Madres que consiguen vivir de esto, atender a su familia y, además, continúan estando divinas. Por no decir que todas tienen maridos guapísimos, en forma y súper comprometidos con la causa. Adictas a Instagram y las listas de ‘tips’ o recomendaciones. Un grupo de presión, con unos fuertes vínculos, capaces de hacer sentir de menos a aquellas que no tenemos hijos de los que presumir. Esto último puede parecer un poco exagerado, pero lo que si consiguen es hacer parecer que, a veces, las demás (mujeres sin hijos) no molamos, o al menos no tanto como ellas. Su influencia es tal que se imita el nombre de sus hijos, como el caso de Mateo ‘el mayor’ de Isasaweis (en los últimos meses he conocido un montón), se organizan jornadas exclusivamente de ‘madres blogueras’ y hasta se crean clubes privados, como el de las @malasmadres, “nacidas para luchar”, con tienda propia de recuerdos y souvenirs.

Yo, sinceramente, si me lo preguntan, aún no sabría explicarles a ustedes qué es o quién es una MalaMadre. Lo que sí tengo claro es que yo, de madre, quiero ser como Nacho Ruiz y Carolina Parra que construyen aviones, casi a tamaño real, con sus pequeños (y comparten el proceso con nosotros en Facebook). Eso son unos padres que molan, no sé si buenos o malos, pero que molan. Mientras llega ese día intentaré molar ‘también’ sin hijos.

En la primera foto: Mi hermana, mi madre, mi sobrino y yo.

En la segunda foto: Martina y Hugo, hijos de Nacho y Carolina, probando su recién construido aeroplano en sus vacaciones en Isla Plana.

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