¿Por qué lo llaman vacaciones cuando…?

IMG_4544Año tras año me lo repito a mí misma: “Este verano organizo las vacaciones con tiempo”. Pero, cuando alcanzamos los 40 grados de temperatura en Murcia y tras realizar el tedioso cambio de armario, tarea prioritaria por encima de cualquier otra cosa cuando el calor aprieta de esta forma en la ciudad, percibo que, una vez más y en contra de los mandamientos de la mujer organizada que intento cumplir escrupulosamente, mis vacaciones están aún por ‘diseñar’, con todo lo que esto implica.

Para empezar, el no haber sido previsor le condena a uno a adaptarse a lo que quede, tanto en horarios de trayectos como en disponibilidad de hoteles y apartamentos y a pagar más por los mismos vuelos y estancias. Lo que sumado al estrés pre-vacacional por dejarlo todo finalizado en el trabajo concluye en un estado de mala hostia permanente que puede parecer que en vez de irte de vacaciones te toca enfrenarte con el modelo 390 o, lo que es lo mismo, el resumen anual del IVA. Por no hablar de lo utópico que resulta hacer coincidir tus días de asueto con los de tu compañero o compañeros de viaje y los malabares que uno acaba realizando para cuadrar agendas. Y cuando al fin tienes pactados los días… ¿Dónde vamos? Cada uno tiene sus gustos y preferencias, y lo que es peor: su opinión propia, que evidentemente quiere y va a trasladar al resto… Y así uno por uno. Al menos cuando viajas en pareja este proceso no se eterniza tanto, pero por contra en caso de conflicto no hay quien desempate.

Además, los que no tenemos extra, en virtud de nuestro estatus de autónomos, cruzamos los dedos y esperamos que la devolución de Hacienda de este ejercicio dé para pagarse los días de descanso porque de lo contrario… vacaciones al pueblo a la casa de los padres, que tampoco se está tan mal y vas a pensión completa. En mi caso a disfrutar de la piscina municipal y de los encantos y las noches frescas del noroeste.

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Pero cuando la devolución resulta favorable, soy de las que intenta combinar unos días de turismo cultural por Europa con el descanso en algún punto de las costas españolas. En el primer caso, suelo escoger el avión para los desplazamientos, aunque este año por primera vez estoy valorando la opción de un ‘road trip’; en cuanto al segundo, coche siempre y alternando (anualmente) turismo regional y nacional.

En cuanto al lugar de estancia, en mis últimas aventuras he descubierto los apartamentos particulares de alquiler vacacional para estancias de más de dos o tres días. Son residencias que por cualquier motivo se quedan libres durante determinados periodos y sus propietarios los arrendan a fin de sacar un ‘extra’ mientras ellos no hacen uso. Es completamente recomendable para familias con niños, ya que ofrece la practicidad del hogar. También para los que quieren ahorrar un poquito, pudiendo optar por el avituallamiento en el súper y la parada a repostar en boxes.

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Otro inconveniente de las vacaciones es que dependiendo del destino elegido es posible que tengas que volver a rebuscar en mil cajas, después de horas de cambio de armario, para localizar determinadas prendas de invierno a la hora de preparar el equipaje. ¿Y el equipaje? Esa es otra odisea en la que no entraremos porque necesitaríamos seiscientas palabras más.

Los más despistados tienen que sumar además la caducidad del DNI o pasaporte… ¿Quién no se ha dado cuenta días antes de salir de viaje que su documento no estaba en regla? ¡Y sabes que resulta fácil pedir cita en esas fechas! Siempre a contrarreloj y con la espada de Damocles sobre nuestras cabezas uno consigue salvar también este escollo y aventurarse en sus ansiadas vacaciones.

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Y a la vuelta, dos kilos de más en nuestro haber y numerosas lavadoras y horas de plancha en el horizonte. Amén de tener que aguantar los idílicos álbumes de fotos de nuestros contactos en Facebook presumiendo de destinos paradisiacos… pero, saben una cosa, igual no lo son tanto porque hoy día con un buen filtro se puede conseguir cualquier cosa.

¡Felices Vacaciones!