La mal llevada admiración y la ‘Felicidad Virtual’

IMG_4500“Intento explicarte lo mucho que te admiro”. Así comienza su diálogo Kevin Spacey, arrodillado en el suelo en la última escena de la película de David Fincher sobre los siete pecados capitales: Seven, que hace unos días volvía a ver gracias a las reposiciones de éxitos de los 90 que de vez en cuando hacen en televisión. Pero sólo unos pocos fotogramas después uno descubre lo que realmente hay detrás de este eufemismo : “Lo he hecho porque envidio tu vida. Parece que mi pecado es la envidia”.

Ira, soberbia, lujuria, pereza… y así hasta siete. Sin embargo, según los expertos (psicólogos) la envidia sería el ‘pecado’ más extendido de todos. Y es que, al parecer y por lo general, a las personas nos cuesta valorar positivamente a los demás cuando consideramos que están por encima de nosotros y/o nuestras cualidades. De este modo, lo que podría ser admiración hacia otro deja de serlo para convertirse en envidia, aunque al igual que a Spacey a todos nos cueste reconocerlo a la primera. Lo que mi amiga llama la admiración mal llevada.

Es curioso, porque según los estudios que he consultado y leído –ya sabéis que suelo ser muy curiosa – el primer rasgo característico de un envidioso es la negación de su ‘pecadillo’ incluso para consigo mismo, algo que disimulan con la falsa admiración, de la que ya hemos hablado, o la envidia sana, que intenta restar dramatismo a esta codicia pero que nunca convence, ya que como sucede con los mentirosos, a los envidiosos se les pilla fácil porque siempre ponen ‘peros’ a todo, incluso aunque suenen ridículos: “Sí, sí es muy guapa pero tiene los pies feos”. Hagan la prueba.

Contra esto, la mejor ‘curación’, una dosis de exceso de autoestima porque cuando uno se quiere tantísimo es imposible o, al menos, improbable valorar a otro por encima: “Me encantaría salir de mí misma y verme desde fuera para poder sentir la envidia que sienten los demás al contemplarme”, bromea esta amiga mía. Aunque no sé yo si será peor el remedio que la enfermedad…

El caso es que cada día es más fácil ser envidioso, según ha puesto de manifiesto un estudio elaborado por dos universidades alemanas, ‘Envidia en Facebook: Una amenaza escondida para los usuarios”, que descubre una codicia desenfrenada en esta red social, que se ha convertido en una plataforma sin precedentes para la comparación social.

Para una de cada tres personas ser testigo de las vacaciones, la vida amorosa y los éxitos laborales de tus ‘amigos’ por las redes sociales provoca envidia y despierta sentimientos de insatisfacción, sobre todo si eres un usuario pasivo. “El seguimiento pasivo despierta envida y los usuarios anhelan especialmente la felicidad de otros”, aseguran los investigadores.

Pero las cosas no siempre son lo que parecen, como bien decía, precisamente en Facebook, mi amigo Cubí: “Yo también quiero ser lo feliz que la gente aparenta ser. Las redes sociales se han convertido en una perfecta exhibición de lo guapos, lo felices…. que somos. Yo a veces quiero ser lo feliz que aparento ser”.

¿Esto podría ser la ‘Felicidad Virtual’?

Publicado en La Opinión el 20 de Julio.

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