La ‘pornostar’ que llevamos dentro

pin-up-500-20“Vivimos observando sombras que se mueven y creemos que eso es la realidad”, decía José Saramago, haciendo clara alusión al relato platónico de la ‘Alegoría de la Caverna’ narrada al comienzo del libro de La República; pero como en éste, en la vida, las sombras, sombra son, aunque no nos alcance la vista a ver lo que hay más allá.

Esta semana, coincidiendo con el estreno de la adaptación al cine de la novela, ‘Cincuenta Sombras de Grey’ recibía en mi bandeja de correo electrónico un mensaje con el siguiente asunto: “El Señor Grey la recibirá ahora”. Esta claro que no era más que parte de la sobredimensionada campaña de publicidad de la misma, pero me llamó la atención ya que jamás había llegado a mi correo algo similar de ningún otro film. Está claro que ha supuesto un fenómeno de masas, del que una vez más me quedo fuera.

Si Platón levantase la cabeza quizás se ofendería al ver el uso que en este artículo hago de su magnánima obra para hablar del fenómeno literario y, también ahora, cinematográfico, pero ese disgusto, al igual que Saramago, dadas las circunstancias se lo va a ahorrar. Comenzaré diciendo que no he leído el libro, así que en este caso hablo de oídas. Tampoco creo que vaya a ver la peli, no por nada, creedme, sino porque afortunadamente hay en cartel un interesante número de buenos films que aún tengo pendientes. El caso es que la tentación –nunca mejor dicho –, sobre todo en el caso del libro, tenerla la he tenido ya que eran muchas las amigas y conocidas que me lo recomendaban, incluso también hubo algún hombre enganchado que me animó a adentrarme en las ‘perversiones’ sexuales de Grey, pero mi determinación fue más fuerte.

Probablemente os estéis preguntando a qué se debe mi negación a la saga de las sombras… Bien, en primer lugar, simplemente tiendo a huir de aquello que viene clasificado por géneros. No creo en la literatura para mujeres, que tan de moda se ha puesto en los últimos años. Para empezar, porque las mujeres somos las principales lectoras de libros en todo el mundo, con lo que delimitar ciertos géneros para éstas hace flaco favor a nuestra inteligencia. No necesitamos novela rosa para engancharnos con un ejemplar.

En segundo lugar, creo que, en este caso concreto, se trata de una adaptación un poco subida de tono –porque según tengo entendido tampoco da para tanto –de las típicas historias de amor adolescente, y vender esto como literatura erótica femenina es poco menos que un insulto a las mujeres.

En la supuesta novela de sexo y libertinaje, el ‘obsceno’ es una vez más el hombre y es ella quien queda rendida a sus pies dejándose hacer todo cuanto a él le apetece, que, como ya he dicho, tampoco es gran cosa… Ella aparece, una vez más, como una mujer dócil y un tanto inexperta en el arte amatorio y, según las críticas de la película, las escenas más X no pasan de ser clasificada como no recomendadas para menores de 13 años. Sinceramente estoy segura de que cualquier escena casera de sexo diario es más atrevida y sexy que la mejor de las historias de la película.

Nos han vendido, no se quién ni con qué intención, que la mayoría de las personas tenemos una vida sexual aburrida y cutre, sin embargo creo que, como en la caverna, lo que creemos no son más que sombras de la realidad. Deshagámonos de complejos y falsos mitos y encendamos las luces para evitar las sombras, no hace falta ir al cine para hacer, tener o ver buen sexo, ya que estoy segura de que cada uno, evidentemente en la intimidad, desata la ‘pornostar’ que lleva dentro.