¿Y qué puedo hacer yo?

CRISIS REFUGIADOS SIRIAHay noches en las que piensas que no habrá nada que te devuelva el consuelo, nada que te reconforte. El pasado miércoles todo apuntaba a que me iría a la cama como una gran parte de los españoles, con la dolorosísima imagen de un niño pequeño ahogado en una playa griega cuando intentaba llegar a Europa en mi retina y en mi cabeza, pero sobre todo en mi conciencia y en mi corazón. Periódicos, informativos, redes sociales.. la instantánea se convertía en el símbolo de la crisis Siria y de la dramática situación que viven miles de refugiados.

Como saben, y si no lo saben ya se lo digo yo, suelo utilizar un tono bastante divertido y ameno en mis artículos y acostumbro a hablar de asuntos distraídos e incluso, en algunos casos, frívolos y triviales. ¡Bastante tiene uno con lo que tiene! Por lo que en este ‘Café con Moka’ lo que intento, cada semana, es hacer pasar un buen rato, sin más. Sin embargo, mi ánimo no está para dicha empresa en esta ocasión. Como es lógico, uno no puede permanecer incorruptible ante este acontecimiento y, además, no concibo que pueda ser de otro modo.

Mucho se ha especulado y discurrido en las últimas horas sobre lo acertado o no de publicar la trágica instantánea, incluso sobre la legalidad o no de la misma al poder estar vulnerando los derechos de un menor. Se habla del morbo y el amarillismo de la prensa contemporánea pero, y aunque no suelo comprometer mis opiniones de forma tan pública y notoria, me van a permitir que en esta ocasión apele a la necesidad de mostrar al mundo lo que ocurre, con todas sus consecuencias. Por supuesto, no es cómodo, ni mucho menos fácil, contemplar estos dramas humanos y continuar con tu vida y quehaceres ordinarios, pero esta contrariedad no puede impedirnos conocer la realidad. ¿Cuántos niños han muerto en el mar intentando alcanzar el sueño de Europa? ¿Cuántos titulares hemos leído con cifras de fallecidos que se cuentan por decenas y centenas? Sin embargo, parecemos no saber leer o, lo que es peor, tratamos esta información como lo que vemos, meros números, sin atender a que detrás de cada cifra, de cada unidad, hay una vida frustrada. Por eso, porque somos como el apóstol Tomás “si no meto mis dedos en los agujeros de sus clavos y no meto mi mano en la herida de su costado, no creeré” –no puede haber ejemplo más gráfico –desgraciadamente, pues ojalá fuera de otro modo: “Dichosos los que creen sin ver”, muchas veces nosotros también necesitamos ver.

Una sola imagen ha conseguido remover las conciencias aletargadas de la población que miles de titulares no han alcanzado a despertar. Creo firmemente en la necesidad del trabajo que realizan hoy día los fotoperiodistas porque son capaces de representar como nadie más la realidad. Son, para mí, los principales valedores de la palabra Periodismo en su sentido más noble.

Sin embargo, como adelantaba al comienzo, otra imagen conseguía restituir parte del ánimo perdido: una fotografía que alguien (José Pérez) compartía en su muro de Facebook con decenas de ciudadanos austriacos que voluntaria y espontáneamente se daban cita y hacían cola en una estación, en un anden, esperando la llegada de los trenes con refugiados sirios para ofrecerles vivieres. ¡No todo está perdido! El ser humano es capaz de cometer las peores atrocidades que ni siquiera uno pueda imaginar, y la historia está cargada de ejemplos, pero es verdad que esta misma especie está preparada para emprender los más maravillosos logros consiguiendo unirse y colaborar por el bien propio, el común y, también, el ajeno. Lo importante, en estos casos, es dejar atrás la queja y el lamento, preguntarse qué puede hacer uno y sumarse a los que seguro también se lo han preguntado. Aquí en Murcia también ha nacido una iniciativa popular para pedir al Gobierno de la Región que acoja refugiados sirios y sólo tienes que firmar:

AQUÍ 

Y aunque muchas veces y por distintos motivos me pregunto, en qué país vivimos, esta vez a los gobiernos, a los políticos y a los partidos sólo les voy a pedir un poco más de humanidad en sus programas.