Manual de una compradora aficionada para sobrevivir a las rebajas

Tras las vacaciones de Navidad y en pleno mes de agosto, los periodos de rebajas se han convertido en un auténtico fenómeno social en nuestro país. Bien es verdad que, importando costumbres de otros territorios, a lo largo del año, cada vez más, contamos con campañas especiales de ofertas, tales como los famosos ‘black friday’ en los que uno puede hacerse con alguna pieza especial por un buen precio. Sin embargo, aquí somos muy de costumbres y nuestras tradicionales rebajas siguen acumulando el grueso de las ventas con descuento. Su éxito es tal que hay auténticos profesionales de las rebajas, hombres y mujeres que se han ido formando con los años y las campañas y se han convertido en expertos en chollos y en cómo encontrarlos y aprovecharlos. Mi nivel de preparación no es tan alto, pero reconozco que cuando a una le gusta comprar poco a poco desarrolla ciertas técnicas, rituales o protocolos que le ayudan a sobrevivir en las trincheras de las oportunidades.

En primer lugar, es importante distinguir entre varios tipos de compradores. Están aquellos que durante toda la temporada han estudiado sus tiendas y comercios habituales identificando aquellos elementos que son objeto de sus más profundos deseos y que se lanzan a su caza y captura durante la primera jornada de rebajas, incluso pidiendo libre en el trabajo si fuese necesario con el objetivo de que nadie se les pueda adelantar. En esta tipología, incluso los hay que el día anterior se dan una vuelta por los establecimientos, cuando ya todo está dispuesto y ordenado para el gran día, intentando ‘esconder’ aquellas piezas que les interesan. Parece un poco ridículo, pero acaso ninguno de ustedes ha escondido una camiseta detrás de una pila de jerséis o abrigos… ¡Quién esté libre de pecado que tire la primera piedra! Desde mi punto de vista, estos serían los más profesionalizados, por el sesudo método que siguen y porque el mismo es el que más tiempo y esfuerzo requiere. El segundo caso, sería el del comprador más exquisito o ‘high level’ que no adquiere un gran volumen de prendas o enseres durante estos días pero sí que aguarda su llegada para hacerse con un objeto de lujo o fuera de su alcance habitual aprovechando los importantes descuentos. Éste sería el más inteligente. Y por último, nos encontramos con el comprador gangas o ‘low cost’ que adquiere de forma compulsiva todo aquello que es barato sin pensar si realmente lo necesita, lo va a usar o se lo pondrá algún día. Compra por el placer de comprar barato. Creo que este sería el más extendido. Acaso no han visto señoras y caballeros en las colas de caja con auténticas montañas de ropa y han advertido que aunque vivieran cien años no podrían estrenarla toda.

Confieso que yo he pasado por algunas de estas etapas y que he acumulado ropa en el armario que al final he acabado regalando sin estrenar. Sin embargo, ahora me reconozco más del segundo tipo, busco algo único o exclusivo que gracias a las ofertas entre dentro de mi presupuesto y hacerme así con un buen fondo de armario, por ejemplo.

Sea cual fuere tu caso, ahí van algunas recomendaciones para ir a las rebajas y no morir en el intento:

  1. Aprovechar las horas de la comida para ir a comprar. De dos a cuatro, por ejemplo, para evitar aglomeraciones y luchas encarnizadas con otras consumidoras.
  2. Fijarse un presupuesto máximo si uno no quiere acabar arruinado durante lo que queda de mes.
  3. Hacer una lista con las cosas que necesitas e intentar localizarlas entre los chollos.
  4. Jamás comprar una talla menos atendiendo al famoso ‘por si acaso’. ¡Seamos realistas!
  5. Comprar fondos de armario o cosas que siempre se necesitan: ropa interior, pijamas, calcetines… y dejar en la reserva.

Pero si consideras que realmente no necesitas nada, pasa de las rebajas olímpicamente y da una vuelta durante los últimos dos o tres días. Puede que no encuentres nada, pero si lo encuentras costará cuatro perras. Este es el mejor consejo que te puedo dar. ¡Ah! Y no olvides llevar ropa cómoda y de batalla, nunca sabes contra qué o quién te va a tocar enfrentarte.

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