Lo auténtico

Estos días de vacaciones, paseando por ciudades de Francia pude apreciar como la elegancia y la distinción poco tienen que ver con la pedantería, la petulancia y la ostentación que últimamente reconozco en algunos perfiles que tratan de arrogarse a toda costa cierto estatus en el que, después, ni siquiera saben desenvolverse. Condición que, por otro lado, no se debe presuponer que es superior o más elevada.

Y aunque no me refiero únicamente a la indumentaria, la forma de vestir y lucir bien puede ser un claro ejemplo de lo que comento. Si uno recorre y transita estos lugares durante varios días puede distinguir cómodamente a los turistas y visitantes de los naturales. Los colores neutros, los básicos y una armonía que se aleja de lo chillón y estridente reflejan fielmente el tradicional gusto francés. Pensando en esto, me acordé de un manual que llevará en mi biblioteca más de veinte años en el que la modelo y aristócrata francesa Ines de la Fressange pretende resumir a través de varios imprescindibles la esencia del look más galo. Algunas de sus recomendaciones pueden ser huir de los conjuntos, los destellos y la fastuosidad o el derroche.

“Hacer rimar chic con cheap te hará ganar el primer premio en el concurso de ‘La perfecta parisina’. […] No hay que parecer rica, esa es la idea. Las joyas bling (término inglés que se refiere a alhajas ostentosas y costosas, así como a otros objetos y un modo de vida lujoso y llamativo, utilizados como símbolo de riqueza y estatus) y los logos por doquier no son su estilo. […] Gastar para llevar una etiqueta a la vista no es su intención”, son algunas de las máximas que establece.

Así, mientras a diario tropiezo con bolsos, zapatos, cinturones, pañuelo o cualquier otro tipo de prenda presidido por grandes ‘metales’ con iniciales, marcas o anagramas de reconocidas firmas; llamó especialmente mi atención que en metrópolis como Burdeos las mujeres más distinguidas portaban los llamados tote bags o bolsas de tela con frases o eslogan mucho más sociales y reivindicativos que han convertido, sin duda alguna, en el complemento de moda. Y, como muchas otras cosas más, me encantó su asequible propuesta.

Y es que es desde hace algún tiempo me cansa tanto esnobismo; tanta altivez y vanidad completamente fingida y aparentada para justificar pertenecer a una supuesta élite. Esa afectada admiración y pleitesía a las modas y la imitación constante de ciertos iconos para aparentar superioridad o una clase social más alta. Actitudes presuntuosas y presumidas que me resultan tan artificiosas como retorcidas y que, en muchos casos, son más un quiero y no puedo de gente llena de complejos. Hace falta más sencillez y naturalidad para ser verdaderamente auténticos.