Todo empieza en septiembre

Comienzo el mes de septiembre ‘teletrabajando’ y con dos niños en casa a la espera del inicio del curso escolar que siempre se demora unos días más allá tras el fin de las vacaciones, que ya parecen incluso lejanas. Periodo éste en el que las familias hacemos malabares para poder armonizar nuestras responsabilidades laborales con las necesidades y obligaciones parentales.

Además, estos últimos días de verano suponen un verdadero estrés y caos en muchos hogares con el intento de recuperar las rutinas y la organización para la vuelta al cole. Tras varias semanas de ‘slow life’: jornadas en bañador y chanclas y noches largas, comienza el acopio de libros y material escolar, la reposición de uniformes, el tetris con la extraescolares y el acondicionamiento de los nuevos espacios de trabajo en casa, tanto para ellos como para los padres que nos toca conciliar así.

Y, aunque afortunadamente cada vez las tareas están más repartidas, el Project Manager de la ‘vuelta al cole’ en la mayoría de hogares suele ser la mamá. Esto nos carga con una cantidad de tareas pendientes que puede llegar a ser asfixiante, más por el peso mental que por el hecho de desempeñarlas.

Recogida de los libros de texto, nuevo calzado para el curso, pago de las matrículas y extraescolares, abono de las tasas del AMPA, etiquetas con el nombre del alumno para marcarlo todo: ropa, libros y enseres, fotos de carné nuevas para las maestras, pruebas de uniforme, mochilas, botellas de agua y complementos varios… seguro que todo esto resulta familiar en muchas casas.

Tantas ocupaciones en tan poco tiempo hacen que olvidemos la calma y la placidez de los días de descanso y que el estrés y la ansiedad se apodere de nuestro estado de ánimo, intentando cumplir con todo mientras trabajamos y con un horario escolar reducido.

Mientras escribo esto, observo desde mi mesa como una vecina, a las siete y media de la mañana, monta ella sola a sus dos hijos, aún en pijama y durmiendo (primero porta a una y luego al segundo más pequeño) para dejarlos con su madre y poder acudir a su puesto de trabajo. Es evidente que en muchas ocasiones no lo tenemos fácil. Sin embargo, lo seguimos consiguiendo.

Septiembre ha sido siempre uno de mis meses favoritos. Esa sensación de comienzo me gusta. Ese sentimiento de estar a tiempo y en el momento de poder cambiar las cosas; también la igualdad en los roles de pareja y familia. Quizás tiene que ver que nací un septiembre de hace ya 41 años y, para mí ,no sólo simbólicamente, todo empieza en septiembre.

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