
Tras varias recomendaciones, por fin, me decidí a hacerme con un ejemplar de La historia de los vertebrados. Un libro de la filóloga, editora y escritora –y desde hace algún tiempo, también política en el Congreso –Mar García Puig. Hasta el momento, había ojeado algún artículo suyo y siempre me pareció que tenía una bonita forma de narrar, de contar historias. Con un estilo fresco y rápido, pero no por ello falto de profundidad y contenido.
«El 20 de diciembre de 2015 me convertí en madre y enloquecí». Así comienza esta especie de ensayo autobiográfico que narra la conversión simultánea de la autora en madre de dos bebés prematuros y diputada. Y, claro, después de haber pasado por este proceso en dos ocasiones –el de alumbrar- y sentir algo muy similar, no pude más que tenerlo, desde aquel momento, como libro de cabecera en mi mesita.
Confieso que aún no lo he terminado, pues voy leyendo sus cortas entradas cuando las circunstancias, que son adversas, me lo permiten. Sin embargo, me parece un relato honesto y crudo de lo que muchas experimentamos con esta transformación. Lejos de romanticismos e idealizaciones.
«Yo había dado a luz a un nuevo mundo, porque aquel en el que mis hijos no existían había desaparecido». Esta afirmación no pudo parecerme más real y, a la par, despiadada. Pues con la maternidad surge, también, un nuevo escenario, a veces, desfavorable y hostil para el que, sin duda, la mayoría no estamos preparadas.
Más allá de lo fascinante y maravilloso de ser madre, aparecen otros efectos y secuelas que, en muchos casos, nos acompañarán siempre.
En mi caso, como le ocurrió a la autora, fue el miedo. El pánico fue protagonista en mis dos partos. En ambos casos no por mi integridad física, sino por el estado de los bebés. Sucumbí a una situación muy similar a una enajenación transitoria en la que ni siquiera mis más allegados me reconocerían.
Desde entonces, padezco, de algún modo, las secuelas de aquella demencia irracional que, con el tiempo, se ha ido mitigando. Pudiendo exclamar ahora, después de sanar muchas cosas: ¡Bendita locura!